Vitruvio: Libro Quinto

La rédaction
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Los Diez Libros de Arquitectura

Introducción

Una vez explicadas ya las distribuciones de los templos en este libro, desarrollaremos en el libro siguiente el tema de la distribución de los edificios públicos.
Quienes han expuesto en muy gruesos y amplios volúmenes, ¡oh César!, sus propias reflexiones y normas, fruto de su talento, han aumentado con sus publicaciones una muy meritoria e importante autoridad. Hecho que también quedaría reflejado en nuestro estudio si por su gran extensión y por las normas que vamos describiendo nuestra autoridad quedara reforzada; pero no es precisamente esto lo que conviene, como se cree. Los tratados de Arquitectura no son como los libros de historia o de poemas. La historia capta la atención de sus lectores pues mantiene su curiosidad por sí misma. Las medidas y la rítmica iteración de las composiciones poéticas en los poemas, la exquisita cadencia de sus términos, los cuidadosos diálogos entre los actores y la declamación de los versos encantan al espectador y agradablemente lo conducen hasta el final del libro. Mas no es posible conseguir tales efectos en los tratados de Arquitectura, pues los tecnicismos propios y, a la vez, necesarios de este Arte provocan cierta oscuridad al no estar los lectores acostumbrados a ellos. Se trata de términos oscuros en sí mismos, inusuales en el uso y en el habla común; además, los textos que reflejan sus normas son francamente extensos y, salvo que se sinteticen y se expliquen en pocas y clarísimas definiciones, con frecuencia su extensión excesiva constituye un serio obstáculo, logrando en los lectores opiniones y conclusiones nada claras, ambiguas. Por tanto, explicaré con breves palabras esta oscura terminología y las complejas medidas de las partes de los edificios, con el fin de que se graben bien en la memoria; así, todo se irá recordando sin ninguna dificultad. Además, observo que los ciudadanos están muy ocupados en asuntos públicos y privados lo que me obliga a escribir con brevedad, sin extenderme, para que puedan comprenderlo cuando lean estas lineas en los escasos momentos de descanso.
También Pitágoras y los pitagóricos mantuvieron esta opinión. Les pareció bien escribir sus teorías y sus reglas en unos volúmenes de «estructura cúbica»: fijaron el cubo como el conjunto de 216 versos, donde cada norma no sobrepasase tres versos. El cubo es un cuerpo cuadrado cuyas caras tienen una misma anchura. Cuando se arroja al suelo mantiene una firme estabilidad en la cara que esté apoyado si no se le toca, como sucede también con los dados que arrojan los jugadores sobre el tablero. Parece que tomaron la analogía al comprobar que tal número de versos, como sucede con el cubo, de cualquier forma que los considere la mente consigue una estabilidad inamovible en la memoria. Los poetas cómicos griegos, al intercalar el cantico del coro, también dividieron sus comedias en distintos actos. Así, al dividirlos en partes, siguiendo la estructura del cubo, con tales intervalos alivian el trabajo de los actores.
Como nuestros antepasados habían respetado este proceder de manera natural y como yo me di cuenta que debía escribir sobre temas poco habituales y difíciles de comprender para el gran público, me decidí escribir en breves volúmenes para que, con relativa facilidad, pudieran comprenderlo todo los lectores; así no habrá ningún obstáculo que impida su comprensión. Dispuse su distribución de modo que quien busque un tema concreto, no deba indagado en diversas partes, sino que tenga en cada uno de los volúmenes una explicación completa de los distintos estilos o géneros, y todo ello en un único conjunto. Así pues, oh César, en el tercer y cuarto volúmenes he expuesto las proporciones de los templos y en éste pasaré a explicar la disposición o estructura de los lugares públicos. En primer lugar, voy a referirme a la construcción adecuada y conveniente del foro, pues los magistrados dirigen los asuntos tanto públicos como privados en el foro

Capitulo 1. El foro y las basílicas

Los griegos construyen sus foros de forma cuadrada, con pórticos muy amplios y dobles, adornados con abundantes columnas, con arquitrabes de piedra o de mármol y en los pisos superiores colocan unos paseos. Pero en las ciudades de Italia no deben construirse con esta estructura, ya que hemos recibido de nuestros antepasados la costumbre de ofrecer en el foro espectáculos de gladiadores. Por ello, en torno al lugar donde se celebren tales espectáculos distribúyanse unos intercolumnios más espaciosos; a su alrededor sitúense en los pórticos los despachos de los banqueros y los palcos o balcones en el piso superior; éstos, que serán rectos, quedarán disponibles para comodidad de la gente y para los tributos públicos.
Las dimensiones del foro serán proporcionadas al número de visitantes; ni de dimensiones reducidas, si va a acudir un gran gentío, ni que dé la impresión que el foro queda muy grande si la afluencia de público es escasa. La anchura del foro se establecerá del siguiente modo: divídase su longitud en tres partes y dos tercios sean para su anchura; por tanto, su estructura será alargada y su distribución muy adecuada para los espectáculos. Las columnas superiores se elevarán una cuarta parte menos que las inferiores, pues éstas deben soportar todo el peso, por lo que deben ser más sólidas que las superiores.
Exactamente lo mismo sucede en la naturaleza, que debemos imitar, con plantas como los árboles redondeados: el abeto, el ciprés, el pino; ninguno de estos árboles posee su tronco más estrecho junto a las raíces, sino que va decreciendo su grosor según se elevan, con una natural disminución perfectamente ajustada hasta la copa. Por tanto, si así lo exige la naturaleza de los vegetales, los elementos superiores se harán, con toda razón, más delgados que los inferiores, tanto en altura como en grosor.
Es conveniente que los solares de las basílicas estén lo más próximos posible a los foros, en la parte que sea más cálida, con el fin de que durante el invierno sea posible dedicarse a los negocios sin las incomodidades del mal tiempo. Su anchura no medirá menos de una tercera parte ni más de la mitad de su longitud, salvo que lo impida la configuración del lugar y obligue a modificar sus proporciones de otras maneras. Si el solar resulta mas alargado, colóquense en los extremos unos pórticos para conversar o bien para comercios, tal como vemos en la basílica Julia en Aquilea. La altura de las columnas de las basílicas debe ajustarse a la anchura del pórtico, que medirá una tercera parte de la superficie intermedia donde va a construirse. Como hemos dicho antes, las columnas superiores serán más pequeñas que las inferiores. El parapeto que vaya a situarse entre las columnas superiores e inferiores medirá igualmente una cuarta parte menos que las columnas superiores, para que los transeúntes que paseen sobre el primer piso de la basílica no puedan ser vistos por los comerciantes. Como hemos explicado en el libro tercero, los arquitrabes, frisos y cornisas se realizarán de acuerdo a las proporciones de las columnas.
La disposición de las basílicas puede ofrecer todavía una mayor estima y belleza, como sucede con la basílica de Julia en Fano, que yo personalmente preparé y asumí la dirección de su construcción. Sus proporciones y su simetría son como sigue: una bóveda en medio, entre las columnas, con una longitud de ciento veinte pies y una anchura de sesenta pies; el pórtico que circunvala la bóveda, entre las paredes y las columnas, tiene una anchura de veinte pies; las columnas se elevan cincuenta pies incluyendo los capiteles; su diámetro es de cinco pies y tienen adosadas detrás unas pilastras de veinte pies de altura, dos pies y medio de anchura y un pie y medio de grosor, que soportan las vigas donde se apoyan los entramados de los pórticos. Sobre éstas se levantan otras pilastras de dieciocho pies de altura, dos pies de anchura y un pie de grosor, sobre las que se apoyan las vigas que soportan los canterios y tejados de los pórticos, que están debajo de la bóveda. El espacio que media en los intercolumnios entre las vigas de las pilastras y las de las columnas, tiene por finalidad dar luz. Cuatro columnas se levantan a lo ancho de la bóveda, a derecha y a izquierda, junto con las columnas de los ángulos y otras ocho columnas a lo largo de la parte contigua al foro, incluyendo las columnas angulares; por el lado opuesto se levantan seis columnas sumando las columnas angulares, porque se han omitido las dos columnas intermedias, con el fin de no obstaculizar la vista del pronaos del templo de Augusto, ubicado a mitad de la pared de la basílica y orientado hacia el foro y hacia el templo de Júpiter. El tribunal, situado en el templo 2 ofrece la forma de un arco, como un segmento de un semicírculo; en el frente, la anchura del semicírculo es de cuarenta y seis pies y la curvatura mide quince pies en su parte interior, en su parte cóncava, para que los que negocian en la basílica no estorben a quienes estén ante los magistrados.
Sobre las columnas se apoyan en derredor unas vigas compuestas por tres maderos unidos, de dos pies de altura cada uno; estas vigas, desde las terceras columnas colocadas en la parte interior giran hacia los pilares que sobresalen del pronaos y llegan hasta el semicírculo a uno y otro lado. Sobre estas vigas aparecen unos pilares perpendiculares a los capiteles que sirven de soporte, con una altura de tres pies y una anchura de cuatro pies, en todas las direcciones. Encima de ellos hay unas vigas, formadas por dos maderos unidos de dos pies, que soportan los tirantes y los cabrios de las columnas, colocadas en perpendicular a las pilastras y paredes del pronaos, que sustentan el tejado de toda la basílica; los otros tirantes están colocados en el medio, sobre el pronaos del templo. De este modo ha surgido una doble disposición del techo de los frontispicios: una disposición exterior del techo y otra interior, la de la alta bóveda, que ofrecen un bellísimo aspecto.
Eliminando los adornos de los arquitrabes, los parapetos y las columnas superiores se consigue disminuir su incomodidad y se aminoran en gran parte los gastos. Por el contrario, si las mismas columnas se elevan hasta las vigas de la bóveda, parece que potencian el montante de los gastos pero, a la vez, acrecientan la magnificencia del edificio.

Capitulo 2. El erario, la cárcel y la curia

El erario, la cárcel y la curia deben quedar contiguos al foro, de manera que conjunto de sus proporciones esté en consonancia con el mismo foro. En primer lugar y de un modo especial debe construirse la curia en sintonía con la catenaria del municipio o de la ciudad. Si la curia va a ser cuadrada, su altura será igual a su anchura más la mitad; si va a ser alargada, súmese la altura y la anchura la mitad del total resultante será lo que mida de alta hasta el artesonado. demás, las paredes del interior deben rodearse con cornisas de madera tallada con delicadeza, o bien de estuco, aproximadamente hacia la mitad de su altura. Si lo se procede como hemos indicado, al elevarse las voces de los querellantes no tendrán que ser escuchadas ni comprendidas por el auditorio. Pero si las paredes quedan ceñidas por medio de unas cornisas, la voz se mantendrá en la parte baja antes de que se pierda en las alturas y perfectamente podrá ser comprendida.

Capitulo 3. La ubicación del teatro

Una vez que ya ha sido establecido el foro, debe elegirse el lugar más favorable y saludable para el teatro, donde se desarrollen los juegos durante los días dedicados a los dioses inmortales, tal como hemos dicho en el libro primero, al tratar sobre las condiciones más salubres en la construcción de las ciudades. Durante la representación de los juegos, los ciudadanos permanecen sentados mucho tiempo junto con sus mujeres y con sus hijos, se entretienen divertidos con el espectáculo y sus cuerpos, al mantenerse quietos por el placer de presenciar las representaciones, dejan los poros abiertos por donde va penetrando el aire, que, sí procede de lugares pantanosos o insalubres, introduce dentro de los cuerpos corrientes nocivas.
Por tanto, se elegirá con todo cuidado el lugar destinado para el teatro y se evitarán así tales inconvenientes e incomodidades. También debe ponerse especial cuidado en su orientación, de modo que no se vea castigado por el viento que procede desde el mediodía, pues a pleno sol sus rayos llenan por completo el perímetro del teatro y el aire encerrado u ocluido en la curvatura, al no poder expandirse libremente, se recalienta como consecuencia de su movimiento, se vuelve muy candente, llegando a quemar abrasadoramente, por lo que reduce la humedad de los cuerpos. Por esta razón, deben evitarse sobre todo los lugares insalubres y deben elegirse lugares salubres. Todo será mucho más sencillo si los cimientos se asientan en un monte; pero si la orografia obliga a construir el teatro en un lugar llano o pantanoso, los cimientos deberán ahondarse y asentarse tal como dijimos en el libro tercero, al tratar sobre la cimentación de los templos. Sobre los cimientos se fijarán las gradas de piedra o de mármol. Los corredores de separación deben guardar proporción respecto a la altura del teatro y su altura no debe ser mayor que su propia anchura. Si tuvieran una mayor altura, rechazarían las voces y las elevarían hasta las partes más altas del centro del teatro, no permitiendo que llegue con nitidez el sentido de las palabras al oído de quienes están sentados en la parte superior de los corredores. En una palabra, para obtener una óptima resolución, se debe proceder de la siguiente manera: desde el corredor de separación hasta las gradas más inferiores y hasta la última fila tiéndase un cordel de modo que toque los cantos y los ángulos de las gradas y, así, no quedará obstaculizada la voz. Es muy conveniente distribuir unos accesos anchos y espaciosos; los accesos o entradas hacia las gradas más altas estarán separados de los que están situados más abajo, y todos deben ser seguidos, rectos y sin curvas para que, cuando el público salga del espectáculo, no sufra apreturas, sino que desde cualquier parte acceda a las salidas, convenientemente separadas, sin ningún obstáculo y sin problemas.
Debe tenerse también en cuenta que el lugar no ahogue la voz sino que permita que se difunda con toda claridad, lo que podrá conseguirse si se elige un lugar donde no se produzcan resonancias. La voz es como soplo de viento que fluye y se hace perceptible por el sentido del oído. La voz se difunde debido a innumerables ondulaciones circulares, como las innumerables olas que van surgiendo al arrojar una piedra dentro de un estanque; son olas circulares que desde el centro se extienden y ocupan toda la superficie del estanque, si no se interrumpen por un estrechamiento del lugar o por algún impedimento, que obstaculice el que lleguen hasta las orillas. Pero si se interrumpe su expansión, las primeras olas chocan entre sí, se desbordan y rompen el orden de las siguientes olas, deshaciéndolas. Por la misma razón, la voz produce movimientos o impulsos circulares; pero, con una diferencia respecto al agua: los círculos sólo se mueven horizontalmente, en cambio la voz se expande a lo ancho y también se eleva gradualmente, verticalmente.
Por tanto, como sucede con la dirección de las olas en el agua, si ningún obstáculo interrumpe la primera onda de la voz, no se anulará la segunda ni las siguientes, sino que todas —sin ninguna clase de resonancia— son oídas tanto por los espectadores de las filas inferiores como por los de las últimas filas. Precisamente por esto, los antiguos arquitectos, siguiendo los rastros de la naturaleza en sus investigaciones sobre la expansión de la voz, que se eleva de modo natural, hicieron a la perfección las gradas de los teatros y buscaron, a través de cálculos matemáticos y de proporciones musicales, que toda palabra pronunciada en el escenario llegara a los espectadores de la manera más clara y más agradable. Como los instrumentos de aire, sean de bronce o de cuerno, logran una gran sonoridad acompañando a los instrumentos de cuerda si están perfectamente afinados, así también los antiguos fijaron la estructura de los teatros, por medio de las normas de la armonía y con el objetivo de potenciar el volumen de la voz.

Capitulo 4. La armonía

La armonía es una ciencia velada y difícil dentro de la música, y resulta aún más difícil para quienes ignoran la lengua griega. Como queremos ofrecer una explicación de la armonía, nos vemos obligados a hacer uso de términos griegos, pues algunos no tienen su equivalente en la lengua latina. Intentaré explicarlas con la mayor claridad que pueda y lo voy a hacer a partir de los trabajos de Aristoxeno, transcribiendo su diagrama, y delimitaré el desarrollo de los sonidos para que se pueda comprender sin ninguna dificultad, al menos para quien preste cuidadosa atención. Cuando se modula la voz mediante cambios o alteraciones, a veces resulta grave, a veces aguda. La voz se articula de dos maneras: una posee una continuidad prolongada y otra se interrumpe con intervalos diferenciados. La voz prolongada no se detiene en las notas finales ni en ningún otro momento, sino que realiza sus finales de manera no muy clara; sólo se manifiestan sus intervalos intermedios, como cuando decimos en una conversación: «solluxflosvox». No se aprecia ni su comienzo ni su final pero si apreciamos por el oído que un sonido agudo pasa a ser grave y que uno grave pasa a ser agudo. Lo contrario ocurre cuando el sonido se emite con intervalos diferenciados. Cuando se modula la voz, se queda fija en el final de algún sonido, posteriormente en otro y actuando así en multitud de ocasiones la percibimos como inalterable, como sucede al cantar que, modulando la voz, obtenemos una gran variedad de tonos.
Cuando la voz se detiene en las pausas (intervalos) de su modulación, se ve mediante las terminaciones claras de los sonidos dónde comienza y dónde termina; las notas intermedias, que caen dentro de los intervalos, apenas si se perciben.
Las clases de modulaciones son tres: la primera se llama en griego harmonía; la segunda chroma y la tercera díatonon. La modulación «armónica» se forma artísticamente y por ello su canto posee una extraordinaria e importante prestancia. La modulación «cromática», debido a su exquisita sutileza y a la contigüidad de sus sonidos, produce un resultado muy agradable. La modulación «diatónica» es más natural, posee una mayor separación de sus pausas o intervalos y resulta de gran sencillez. En estas tres clases es diferente la disposición de los tetracordios, pues la modulación armónica posee dos tonos y dos semitonos (diesis es la cuarta parte del tono musical: por tanto, un semitono constan de dos diesis) en su tetracordio. La modulación cromática consta de dos semitonos consecutivos y el tercer intervalo es de tres semitonos. En la modulación diatónica hay dos tonos consecutivos y el tercer semitono pone fin al conjunto del tetracordio. Por tanto, en las tres clases de modulaciones los tetracordios constan de dos tonos y un semitono por igual; pero, si los consideramos separadamente, en los límites de cada clase, poseen un orden diferente de intervalos Así pues, según el intervalo de los tonos, semitonos y tetracordios, la naturaleza ha distinguido y delimitado los límites de la voz, midiéndolos según la cantidad de los intervalos; fijó sus cualidades por medio de ciertas cadencias distantes. Incluso los artesanos que fabrican instrumentos de música se sirven de tales cadencias y tonos, fijados por la naturaleza, y logran perfeccionarlos para obtener una armonía de sonidos apropiados.
Los sonidos —en griego phthongí— en cada una de estas clases son dieciocho De estos dieciocho, ocho son sonidos continuos y fijos en las tres clases: los diez restantes, como se van modulando conjuntamente, son variables. Los sonidos fijos son los que se interponen entre los variables, logrando la unión de los tetracordios, y se mantienen en sus propios limites aunque sean diferentes sus clases. Sus nombres son: proslambanomenos, hypate, hypaton, hypate meson, mese, flete synhemmenon, paramese, nete díezeugmenon, flete híperbolaeon. Los sonidos variables están situados en el tetracordio entre los fijos y cambian su posición en cada una de las tres clases citadas, de un lugar a otro. He aquí sus nombres: parhypate hypatan, lichanos hypa tan, parhypate mesan, lichanas mesan, trite synhem menan, paranete synhemmenon, trite díezeugmenan, paranete díezeugmenon, tríte hyperbolaean, paranete hyperbolaean. Según donde vayan cambiando, poseen determinadas propiedades pues tienen intervalos y distancias que van incrementándose. Así, el parhypate, que dista del hypate medio semitono en la modulación armónica, en la cromática su distancia es de un semitono. El lichanas dista un semitono del hypate en la armónica, pero en la cromática pasa a dos semitonos y en la diatónica dista del hypate tres semitonos. Y así los diez sonidos, debido a sus transposiciones, logran una triple variedad de modulaciones en las tres clases. Los tetracordios son cinco: el primero es muy grave —en griego hypatan-; el segundo es mediano —en griego mesan—; el tercero —en griego llamado synhemmenan— es conjunto; el cuarto —llamado en griego diezeugmenan— es disjunto, y el quinto, que es muy agudo, se llama hyperbalaean. Los acordes que el hombre puede modular de manera natural —en griego symphanie— son seis: diatessaron (una cuarta), diapente (una quinta), diapasón (una octava), disdiatessaron (una octava y una cuarta), disdiapente (una octava y quinta) y disdiapason (octava doble): toman el nombre de su propio numero. Así es, toman el nombre de su número porque, cuando la voz se detiene en un sonido fijo, modulándose cambia desde este sonido y pasa a un cuarto tono, que se llama diatessaron; si pasa a un quinto tono, se llama diapente; si a un octavo tono, diapasón; diapasón con diatesaron si pasa a una octava y media y disdiapason si es a una decimoquinta. No es posible realizar consonancias entre dos intervalos cuando se entone un canto o se toquen las cuerdas de un instrumento ni tampoco si son tres o seis o siete intervalos, sino que, como hemos dicho, sólo cuando es diatessaron y diapente y progresivamente hasta el disdiapasón, teniendo en cuenta la naturaleza de la voz. Estos acordes se originan a partir de una unión ajustada de sonidos, que en griego se llaman phthangai

Capitulo 5. Los vasos del teatro

En coherencia con estas leyes y en base a cálculos matemáticos se harán unos vasos de bronce, en proporción a las dimensiones del teatro. Se fabricarán de modo que, cuando se golpeen emitan un sonido acordado en cuarta, quinta y, siguiendo un orden, hasta la doble octava. Posteriormente, entre las localidades del teatro, se irán colocando en unas celdillas determinadas, de acuerdo a las normas de la correlación musical, de manera que queden separados de las paredes, dejando un espacio vacío a su alrededor y por la parte superior. Se colocarán invertidos y en la parte de los vasos que da a la escena se pondrán debajo unas cuñas con una altura de medio pie, al menos. En el frente de las celdillas quedarán unas aberturas de dos pies de longitud y medio pie de altura, exactamente debajo de las cavidades de las gradas inferiores. La ubicación de los vasos se determinará de la siguiente manera: si se trata de un teatro de medianas proporciones, hacia la mitad de su altura se delimitará una zona, dividida en doce espacios equidistantes, donde se situarán trece celdillas abovedadas. Los vasos, anteriormente descritos, se colocarán en las celdillas de los extremos y emitirán un sonido netenhyperbolaeon; en las dos celdillas siguientes, una a cada parte, se colocarán los vasos que emitan un sonido diatessaron ad neten diezeugmenon; en las terceras celdillas, a uno y otro lado si el sonido es diatessaron ad paramesen; en las cuartas, si es fleten synhemmenon; en las quintas, el diatessaron ad mesen; en las sextas, el diatessaron ad hypaten meson y en la celdilla que quede en el centro se situará solamente un vaso que emita un sonido en diatessaron ad hypaten hypaton. Siguiendo este método, la voz que se expande desde la escena, como si fuera desde el centro, va difundiéndose y al golpear las cavidades de cada uno de estos vasos, alcanza un volumen mayor, se incrementa su claridad potenciada por el vaso que tenga el tono acorde con ella.
Por el contrario, si el teatro va a tener mayores dimensiones, divídase su altura en cuatro partes y dejaremos tres series o hileras transversales de celdillas, una para la armónica, otra para la cromática y la tercera para la diatónica. La hilera más inferior, que será la primera, se destinará para el género armónico, tal como lo hemos descrito anteriormente, al referirnos a un teatro de medianas dimensiones. En la hilera o serie intermedia, se colocarán en los extremos los vasos que emitan un sonido cromático-hiperbóleo; en las anteriores, los vasos que emitan un sonido con intervalo de una cuarta, cromático diezeugmenon; en las terceras celdillas, los vasos del cromático synhemmenon.; en las cuartas, los vasos del cromático meson, con intervalo de una cuarta; en las quintas celdillas, los del sonido cromático hypaton, con intervalo de una cuarta; en las sextas, los del paramese, que se acordarán en un intervalo de quinta con el cromático hyperbolaeon y en uno de cuarta con el cromático meson. En el centro no debe colocarse absolutamente ninguno pues en el cromático no puede darse ninguna concordancia con los tonos que hemos señalado. En la hilera o serie superior de celdillas, colóquense en los extremos unos vasos que emitan un sonido diatónico hyperbolaeon; en las celdillas siguientes, los vasos con intervalo de cuarta diatonon diezeugmenon; en las terceras, el diatónico synhemmenon; en las cuartas, con intervalo de cuarta, el diatonon meson; en las quintas celdillas, con intervalo de cuarta, el diatonon hypaton; en las sextas celdillas, con intervalo de cuarta, el proslambanomenon, y en el centro, el meson, pues posee concordancia con el proslambanomenon en intervalo de octava y con el diatónico hypaton en quinta. Si alguien deseara realizar todo esto a la perfección y sin dificultad, observe el diagrama ajustado a las normas musicales que aparece al final del libro; coincide con el de Aristoxeno, que hizo uso de grandes dosis de habilidad y de esfuerzo para clarificar las distintas modulaciones en diferentes clases. Si alguien tuviera presente el conjunto de estos cálculos estará capacitado para concluir a la perfección un teatro con toda facilidad, adaptado a la misma naturaleza de las voces, y así logrará un placer muy agradable en el auditorio.
Alguno, quizá, dirá que cada año se han levantado en Roma muchos teatros que no respetan para nada las normas que hemos reflejado; pero se equivoca en un aspecto importante: los teatros públicos están construidos con madera y poseen tal cantidad de entablados que a la fuerza logran una buena acústica, como podemos observar al oír a los actores que cantan acompañados de citaras ya que, si desean cantar en un tono más agudo, simplemente se giran hacia las puertas del escenario y así se ayudan para potenciar más la resonancia de su voz. Pero cuando los teatros se construyen con materiales sólidos, es decir, de mampostería, de piedra o de mármol que imposibilitan la resonancia de las voces, entonces debe recurrirse a los vasos de bronce, tal como hemos descrito. Si alguien pregunta en qué teatro se ha procedido de acuerdo con las normas dadas, le contestaré que no es posible mostrarle ninguno en Roma, pero sí en algunas regiones de Italia y en numerosas ciudades de Grecia. Contamos con el testimonio de Lucio Mummío quien, al quedar destruido el teatro de Corinto, trajo a Roma los vasos de bronce y los consagró al templo de la Luna, apartándolos del botín de guerra. Otros muchos arquitectos ingeniosos, que levantaron teatros en ciudades no muy grandes, debido a la escasez de recursos, se decidieron por vasos de barro con un sonido similar a los de bronce y los situaron tal como hemos descrito, consiguiendo unos resultados francamente positivos.

Capitulo 6. Trazado del teatro

La planta o disposición del teatro debe ordenarse de la siguiente manera: de acuerdo al diámetro de la parte más inferior (orquesta), trácese una circunferencia tomando como centro el punto medio de dicho diámetro y describanse cuatro triángulos equiláteros, a igual distancia, que toquen la línea circular; calcúlense doce partes, como proceden los astrólogos con los doce signos celestes, que guarden proporción matemática respecto a la música de los astros. El lado del triángulo que esté contiguo a la escena, en la parte que corta la circunferencia, exactamente ahí, determinará el frente de la escena; desde este mismo punto y por el centro trácese con un cordel una línea paralela —al frontal de la escena— que separe el estrado del proscenio de la parte dedicada a la orquesta. Así, el estrado alcanzará una mayor anchura que el de los griegos, pues todos nuestros actores actúan en el escenario y la orquesta quedará reservada para los asientos de los senadores. La altura del estrado no debe sobrepasar los cinco pies para que quienes tomen asiento en la orquesta puedan apreciar los movimientos de todos los actores. Las lunetas o secciones de gradas divídanse de modo que los vértices de los triángulos, que ocupan en derredor todo el circulo trazado, alineen las subidas y escaleras hacia el primer pasillo, que separa los asientos de los caballeros de los del público en general; mediante accesos alternos dispónganse encima las secciones intermedias. Los ángulos que están fijados en la parte inferior y que alinean las escaleras serán siete; los otros cinco ángulos delimitarán la estructura o disposición de la escena: el ángulo central debe estar frente a la puerta regia, y los que quedan a derecha e izquierda definirán la disposición de las puertas de los «huéspedes»; los dos ángulos extremos quedarán frente a los pasillos de las esquinas. Las gradas, donde toma asiento el público, tendrán una altura minima de un pie y seis dedos y su anchura o profundidad no más de dos pies y medio, ni menos de dos pies. El techo del pórtico, que estará situado en la última fila, quedará al mismo nivel que la altura del escenario, pues la voz, al ir ascendiendo, llegará por igual hasta las últimas gradas y hasta el techo del escenario. Si no estuviera al mismo nivel y fuera más bajo, la voz de los actores perdería su fuerza al llegar a la altura que primero encuentre. Del diámetro de la orquesta, entre las gradas inferiores, tómese una sexta parte y en sus extremos y alrededor, donde estén las puertas, córtense las gradas inferiores en perpendicular, con la misma altura que esta sexta parte; donde quede el corte, allí mismo colóquense los dinteles de los pasillos y, así, tendrá una altura suficiente el abovedado. La longitud del escenario debe medir el doble del diámetro de la orquesta. La altura del podio o pedestal estará al mismo nivel de la altura del estrado, que será una duodécima parte del diámetro de la orquesta, incluyendo la cornisa y el cimacio. Sobre el podio se levantarán unas columnas con una altura —contando sus capiteles y basas— equivalente a la cuarta parte de su diámetro. Los arquitrabes y adornos medirán una quinta parte de su altura. El pedestal superior, junto con su cimacio y su cornisa, medirá la mitad del pedestal inferior. Sobre éste se elevarán unas columnas cuya altura será una cuarta parte menor que la de las columnas inferiores; el arquitrabe y los adornos medirán una quinta parte de sus columnas. De igual modo, si va a haber un tercer piso, el pedestal superior medirá la mitad que el pedestal intermedio y las columnas superiores tendrán de altura una cuarta parte menos que las intermedias; el arquitrabe junto con las cornisas tendrán de altura una quinta parte de estas columnas.
No obstante, no es posible que todos los teatros se adapten a estas proporciones de simetría de una manera total, por lo que conviene que el arquitecto se preocupe de observar las proporciones precisas para conformar la simetría, adecuarlas a la configuración del lugar y a la magnitud de su obra. Tanto en un teatro de pequeñas dimensiones como en los de grandes dimensiones, hay elementos que obligatoriamente tendrán las mismas medidas, teniendo en cuenta su utilidad, su finalidad, como son las gradas, el recinto, pasillos, parapetos, escaleras, estrados, tribunales y otros elementos que pueden introducirse; la necesidad nos fuerza a apartarnos de la simetría, pues el objetivo es mantener todos sus aspectos prácticos. Igualmente, si hay escasez de medios materiales, como por ejemplo de mármol, de madera o de cualquier otro material apto para construir el teatro, no habrá ningún inconveniente en suprimir o añadir algún detalle, siempre que no sea demasiado desmesurado, que sea algo razonable. Y así será, si el arquitecto tiene un profundo sentido práctico acompañado de un talento versátil y de una técnica cualificada. El escenario posee también su propia distribución: las puertas intermedias poseerán la ornamentación de un palacio real y las puertas laterales serán para extranjeros (huéspedes); habrá también unos espacios hábiles para los decorados, que en griego se llaman periactus, donde se ubicarán las máquinas dotadas de unos triángulos giratorios para cada una de las tres clases de decorados; cuando se vaya a modificar la obra a representar, o bien cuando intervengan los dioses, se puede cambiar y mediante truenos súbitos modificaremos los decorados acordes con la representación. Detrás de este espacio sobresaldrán unos ángulos que posibiliten las entradas al escenario: una, para los que llegan desde el foro y otra para los que vienen de lejos. Tres son las clases de escenas: trágicas, cómicas y satíricas; sus decorados son muy diferentes entre sí por diversas razones; las tragedias se representan con columnas, fastigios, estatuas y otros elementos regios; las comedias poseen el aspecto de edificios privados con balcones y ventanas, que simulan edificios ordinarios; las satíricas se adornan con árboles, cuevas, montañas y otras características propias del campo que imitan paisajes.

Capitulo 7. Los teatros griegos

En los teatros griegos no deben disponerse sus elementos con estas proporciones descritas; en primer lugar, mientras en el teatro latino quedaban inscritos cuatro triángulos en el circulo más inferior, donde estaba la orquesta, en el teatro griego éste se dividirá en tres cuadrados cuyos vértices toquen la circunferencia; el lado del cuadrado más próximo a la escena, donde corta la circunferencia, en ese mismo punto se fijará el límite del proscenio. Desde éste se trazará una línea paralela —a la línea del proscenio— que toque el extremo de la circunferencia. donde se fijará el frente de la escena y, exactamente por la parte central de la orquesta, frente al proscenio, se trazará otra paralela; donde ésta corte el circulo. se señalarán dos centros a derecha e izquierda, en los dos lados del semicírculo. Colocado el compás en la parte derecha, se trazará un circulo con un radio igual al intervalo izquierdo, hasta la parte izquierda del proscenio; de igual manera, colocando el compás en la parte izquierda, se trazará otro circulo con un radio igual al intervalo derecho, hasta la parte derecha del proscenio. A partir de estos tres centros, los griegos poseen una orquesta de mayores dimensiones, aunque la parte de la escena queda más retirada y el púlpito —llamado logeion— tiene menor anchura, ya que los actores trágicos y cómicos representan sus papeles en la escena y los demás artistas actúan en medio de la orquesta; por ello, tienen nombres distintos, unos se llaman «actores de escena» (escénicos) y otros «músicos del teatro» (timélicos). La altura del púlpito (logeion) debe medir entre diez y doce pies. Entre las secciones de gradas o lunetas y los asientos, frente a los ángulos de los cuadrados se alinearán los escalones de las escaleras hasta el primer descansillo; desde este descansillo se ordenarán las escaleras intermedias, intercaladas entre las inferiores y en relación al número de descansillos, hasta la última fila; las escaleras se adecuarán a este número.
En medio de la orquesta se levantaba un pequeño palco donde el coro y los
músicos cantaban y tocaban sus instrumentos.

Capitulo 8. La acústica

Después de exponer con todo detalle y con todo cuidado lo que precede, debe ahora ponerse la máxima atención en el tema que nos ocupa. En efecto, debe tenerse muy en cuenta el lugar que se elija, donde se despliegue la voz suavemente y no sea obstaculizada por algún elemento, haciéndose incomprensible. Hay diversos lugares que, de modo natural, obstaculizan las vibraciones de la voz —disonantes—, provocando un falso eco, que los griegos llaman catechauntes; o bien lugares que reproducen por el eco los sonidos —circunsonantes—, que los griegos denominan periechountes; o bien lugares con resonancias —resonantes—, en griego antechountes, y también hay otros lugares donde retumba la voz —consonantes— de nombre synechountes. Los disonantes son lugares en los que la voz primera, al elevarse, choca con cuerpos sólidos superiores, es rechazada y desciende impidiendo la elevación de las voces siguientes; los circunsonantes son lugares en los que la voz, al esparcirse por todas partes, apaga sus sonidos intermedios y va desapareciendo sin marcar las terminaciones, ofreciendo un significado muy incierto; los resonantes son lugares en los que la voz, al chocar con un elemento sólido, elevándose, se articula erróneamente, produciendo al oído un doble sonido; en los lugares consonantes la voz, potenciada por las partes inferiores va elevándose con mayor volumen y llega al oído con un significado muy nítido. Por tanto, si se pone un cuidado especial en la elección de los lugares para el teatro, el problema de las voces de los actores quedará prudentemente subsanado, bajo el punto de vista de su efectividad. Con estas diferencias quedan indicados los diversos trazados de los teatros: los que se diseñan con cuadrados siguen la modalidad de los griegos y los que se diseñan con triángulos equiláteros, son latinos. Si alguien desea hacer uso de estas normas logrará un gran éxito en la construcción de los teatros.

Capitulo 9. Paseos detrás del teatro

Detrás del escenario deben disponerse unos pórticos para que el público pueda recogerse desde el teatro, si una lluvia repentina interrumpe las representaciones; y además unos vestuarios o soportales espaciosos para ubicar los decorados y las máquinas. Como son los pórticos de Pompeyo, en Roma, y en Atenas los pórticos de Eumene; el Templo de Baco y el Odeón, situado a la izquierda según se sale del teatro, con unas columnas de piedra que levantó Temístocles y recubrio con antenas y mástiles de naves procedentes de los despojos obtenidos sobre los persas. El rey Ariobarzanes lo reconstruyó, ya que fue incendiado en la guerra contra Mitrídates. En Esmirna podemos ver los pórticos de Estratónice. En Trales hay también unos pórticos a ambos lados del teatro, como si fueran escenas, sobre el mismo estadio. Y así, en otras muchas ciudades donde había arquitectos diligentes encontramos pórticos y paseos bordeando el teatro. Conviene que estos paseos sean de dobles columnas: dóricas las columnas exteriores, con sus arquitrabes y adornos, levantadas con armónica proporción. Y la anchura desde las columnas exteriores, por su parte inferior, hasta las columnas intermedias será igual a su altura y la misma anchura habrá desde éstas hasta las paredes que circunvalan los paseos del pórtico. Las columnas intermedias sean una quinta parte más altas que las exteriores, pero de orden jónico o corintio. Las proporciones y la simetría de las columnas no tendrán la misma consideración que las columnas descritas en los templos, ya que en los templos las columnas deben plasmar cierta gravedad y en los pórticos y en obras similares, las columnas deben mostrar una cierta delicadeza. Si las columnas van a ser de estilo dórico, su altura, contando los capiteles, se dividirá en quince partes; una de estas partes se fijará como módulo y el desarrollo de toda la obra se adaptará a la medida de este módulo. El imoscapo tenga un diámetro de dos módulos; los intercolumnios disten cinco módulos y medio; exceptuando el capitel, la altura de la columna será de catorce modulos; de un módulo será la altura del capitel y su anchura de dos módulos mas una sexta parte. Las restantes proporciones se llevarán a cabo tal como dijimos en el libro tercero, al tratar sobre los templos. Por el contrario, si las columnas van a ser jónicas, divídase su fuste —sin contar la basa ni el capitel— en ocho partes y media: una parte será para el diámetro de la columna; la basa junto con el plinto medirán la mitad del diámetro; el capitel se estructurará como quedó explicado en el libro tercero. Si se tratara de columnas corintias, el fuste y la basa serán como las de estilo jónico, pero su capitel se conformará como hemos explicado con el libro cuarto. Súmese el añadido o adición que tienen los pedestales. debido a sus escabeles desiguales, como lo hemos descrito en el libro tercero. Según ha quedado explicado en volúmenes anteriores, los arquitrabes, cornisas y los restantes elementos se realizarán en proporción a la columna.
Los espacios intermedios entre los pórticos quedarán al aire libre y, en mi opinión, deben adornarse con plantas verdes, ya que los paseos descubiertos ofrecen una mayor salubridad. En primer lugar, son muy saludables para la vista, pues las plantas hacen que el aire sea sutil y tenue y, debido al ejercicio corporal, va penetrando paulatinamente en el cuerpo y aclarando la vista; de este modo, se elimina el humor denso de los ojos y en su lugar queda una suave agudeza visual; además, como el cuerpo adquiere más calor al desplazarse por los paseos, el aire va absorbiendo sus humores, reduce su cantidad y los debilita destruyendo los que son lesivos para el cuerpo humano.
Tal circunstancia puede comprobarse, cuando vemos fuentes bajo cubierto o bien aguas subterráneas procedentes de abundantes pantanos: de estas aguas no emana ningún vapor nebuloso; pero en lugares y paseos descubiertos, al salir el sol, la tierra se ve afectada por sus rayos, que estimulan los vapores de los lugares donde abundan las aguas, los eleva acumulándolos hacia las alturas. Por tanto, si realmente en los lugares al descubierto el aire absorbe los humores más molestos para el cuerpo, como lo vemos en la tierra por medio de las nieblas, en mi opinión, no debe quedar ninguna duda en la conveniencia de hacer, en todas las ciudades, paseos al aire libre, muy amplios y muy adornados. Para que permanezcan siempre secos y sin barrizales, debe procederse de la siguiente manera: háganse unas excavaciones vaciando el terreno lo más profundamente posible; constrúyanse a ambos lados unas zanjas de drenaje y en las paredes que estén orientadas hacia el paseo, colóquense unos pequeños canales, inclinados hacia las zanjas. Terminadas las zanjas de drenaje, rellénese el lugar con carbones y allánense y nivélense los paseos con arena gruesa.
Debido a la porosidad natural de los carbones y a la verticalidad de los canales o tubos, en las zanjas de drenaje se va recogiendo el agua que sobra y los paseos quedarán perfectamente terminados, sin ninguna clase de humedad.
En esta clase de obras se ubicarán también los almacenes, donde nuestros antepasados guardaban lo necesario para la ciudad. En momentos de asedio es más fácil encontrar cualquier otra cosa que la leña; la sal sin ninguna dificultad se importa con anterioridad; el trigo se almacena fácilmente tanto colectiva como particularmente y, en caso de que faltara, puede sustituirse por legumbres, carne o verduras; el agua se recoge ahondando pozos o bien con las lluvias imprevistas que discurren por el tejado. Lo que resulta dificil y penoso es disponer de leña, absolutamente necesaria para cocer la comida, pues en tales circunstancias se transporta muy lentamente y, la verdad es que se emplea en grandes cantidades. En tales momentos de asedio, estos paseos quedan abiertos y se asigna una cierta medida a cada persona, en relación a la tribu a la que pertenezca. Los espacios abiertos ofrecen dos importantes ventajas: salubridad en tiempo de paz y seguridad en tiempo de guerra. Por esta razón, los paseos que bordean la escena de los teatros y los que bordean los templos de los dioses, pueden proporcionar una gran ayuda y provecho a las ciudades.
En mi opinión, este tema ha quedado ya suficientemente explicado; seguiré ahora con la descripcion de los baños

Capitulo 10. Los baños

Lo primero que debe hacerse es seleccionar un lugar lo más cálido posible, es decir, un lugar opuesto al septentrión y al viento del norte. En la sala de los baños calientes y en la de los baños templados la luz debe entrar por el lado del poniente; si la naturaleza o situación del lugar no lo permite, en ese caso tomará la luz desde el mediodía, ya que el tiempo fijado para los baños va desde el mediodía hasta el atardecer. Debe procurarse que los baños calientes para mujeres y hombres estén juntos y situados con esta orientación, ya que así se logrará que los útiles de la casa de baños y el horno para calentar sean los mismos para ambos sexos.
Sobre el horno se colocarán tres calderas de bronce: la de agua caliente, la de agua templada y la de agua fría. Deben colocarse de manera que la cantidad de agua que procede desde la caldera templada hacia la de agua caliente sea la misma que desemboque desde la caldera de agua fría en la del agua templada; así también las salas abovedadas de las piscinas se calentarán con el mismo horno.
Los pisos elevados de los baños de agua caliente deben alzarse de la siguiente manera: en primer lugar, se pavimentará el piso inclinado hacia el horno, mediante unas baldosas o tejas de un pie y medio, de modo que si arrojamos una pelota no pueda detenerse en el piso sino que por si misma vaya a parar a la boca del horno; la llama se expandirá así sin ninguna dificultad bajo el piso abovedado. Sobre el suelo colocaremos unos pilares de pequeños ladrillos de ocho pulgadas, teniendo en cuenta que se puedan intercalar en medio unas tejas de dos pies; la altura de los pilares será de dos pies. Los pilares estarán compuestos de arcilla amasada con pelo y sobre ellos colocaremos unas tejas de dos pies, que soportarán el pavimento. Si las estancias abovedadas son de mampostería, resultarán más eficaces y provechosas, pero si fueran de madera colóquese debajo una falsa bóveda de barro, de la forma siguiente: háganse unas regletas (cabrios) o unos arcos de hierro y mediante numerosos garfios de hierro también cuélguense del entramado; colóquense tales regletas o arcos de modo que puedan asentarse e introducirse las tejas sin formar bordes, entre dos regletas; así, todo el conjunto abovedado resultará perfecto, ya que se apoyará en una estructura de hierro. Las junturas de estas bóvedas se recubrirán, por la parte de arriba, con arcilla amasada con pelo y, de yeso y barro cocido y después se enlucirá con estuco, o bien con escayola. Si en las estancias de baños de agua caliente se construyen dobles bóvedas, ello proporcionara una mayor utilidad; el vaho del vapor no logrará corromper la madera del entramado, sino que se dispersará entre las dos bóvedas. Las dimensiones de los baños serán proporcionadas al número de bañistas: su anchura medirá una tercera parte menos que su longitud, sin contar la sala de la bañera ni la de la piscina. La bañera debe situarse debajo de la ventana, pero de modo que los bañistas, que están alrededor, no impidan ni estorben el paso de la luz con sus sombras. Es muy conveniente que las estancias de las bañeras sean espaciosas, ya que al ocupar los bordes los primeros bañistas, puedan permanecer con toda seguridad los que esperan en pie. La anchura de la piscina entre la pared y la galería— no debe ser inferior a seis pies para que el escalón inferior y el asiento ocupen únicamente dos pies. La sala de los baños de vapor y la sala para sudar —saunas— quedarán contiguas a la sala de baño de agua templada; su anchura será igual que su altura hasta el borde inferior, donde descansa la bóveda. En medio de la bóveda, en su parte central, déjese una abertura de luz, de la que colgará un escudo de bronce, mediante unas cadenas; al subirlo o al bajarlo se irá ajustando la temperatura de la sala de baños de vapor. Conviene que la sala de baños de vapor sea circular con el fin de que, desde el centro, se difunda por igual la fuerza de las llamas y la del vapor, por toda la rotonda de la sala circular.

Capitulo 11. Las palestras

Aunque en Italia no tenemos costumbre de construir palestras, no obstante debe explicarse e indicarse cómo las construyen los griegos, al menos ésa es mi opinión, tal como nos las han legado. En las palestras deben formarse peristilos cuadrados o alargados; el perímetro del paseo que las circunvala medirá dos estadios, en griego diaulon; tres pórticos serán sencillos y un cuarto pórtico será doble, que estará orientado hacia el sur con el fin de que, cuando arrecien tormentas acompañadas de viento, el agua no pueda penetrar en la parte interior. En los tres pórticos sencillos se ubicarán unas espaciosas «salas de tertulia» con asientos, donde puedan exponer sus opiniones y puedan discutirías los filósofos, los retóricos y otros hombres de ciencia a quienes agradan estos estudios. El pórtico doble constará de los siguientes elementos: en su parte central, un “efebeo”, para ejercitarse los jóvenes, cuya longitud será una tercera parte mayor que su anchura; en la parte derecha se instalará el “scoricco” y junto a él, el “conisterio”; desde eí conisterio hasta el rincón o ángulo del pórtico se instalará una sala de baños, de agua natural, que los griegos llaman loutron; en la parte izquierda del efebeo estará situado el “eleotesio” (estancia para masajes con aceite) y muy cerca de él, el baño de agua fría; desde este baño hasta la esquina del pórtico correrá un pasillo o acceso hacia el “propnigeo”. Pasando dentro, frente al baño de agua fría se situará una sauna abovedada con doble longitud que anchura; en sus ángulos o esquinas por una parte estará el lacónico, con la misma estructura que antes hemos descrito y, frente al lacónico, se ubicará la sala para lavarse con agua caliente. Los peristilos deben distribuirse en la palestra, como anteriormente se ha descrito. Fuera de la palestra se abrirán tres pórticos: uno, para quienes salen del peristilo y los otros dos, situados a derecha e izquierda, para que se ejerciten los atletas; de estos dos pórticos, uno quedará orientado hacia el norte, tendrá dobles columnas y una anchura extraordinaria; el otro pórtico será simple; entre la parte próxima a la pared y entre la que está al lado de las columnas se trazarán unos lindes, a modo de senderos, excavados en su parte intermedia, cuya anchura no será menor de diez pies. Los escalones para descender a la plataforma tendrán unos márgenes de pie y medio y la plataforma no menos de doce pies; así quienes vayan paseando vestidos por los márgenes no serán molestados por los atletas ungidos con aceite. Los griegos llaman xystos a este pórtico, ya que los atletas se entrenan en estadios cubiertos, durante el invierno. Cerca del xisto y del pórtico doble se dispondrán unos paseos al aire libre —en griego, paradromidas— que nosotros llamamos xistos: durante el invierno los atletas se ejercitan en estos paseos, sí hace buen tiempo. Los xistos deben construirse siguiendo el siguiente plan: entre los dos pórticos se plantarán unos plátanos y a través de ellos se trazarán paseos y lugares de reposo, construidos con «mortero de Signia». Detrás del xisto se construirá un «estadio», donde un gran número de espectadores, sin apreturas, pueden observar las competiciones de los atletas. He descrito con todo detalle los edificios que parecen necesarios dentro de las murallas de una ciudad, con el fin de distribuirlos convenientemente

Capitulo 12. Los puertos y los astilleros

No debemos pasar por alto las ventajas que proporcionan los puertos; por tanto, debemos ahora explicar cómo proteger las naves, en caso de tormentas. Si los puertos están favorablemente colocados de modo natural, han de tener unos acróteras o promontorios salientes, que irán formándose siguiendo la naturaleza del lugar, dibujando unas curvaturas o senos, ya que tal estructura parece ofrecer magnificos resultados. En tomo al puerto se levantarán las atarazanas, o bien unos accesos que posibiliten la entrada al mercado; deben colocarse unas torres a ambos lados y desde estas torres, por medio de unas máquinas, se facilitará el que se crucen unas cadenas. Si, por el contrario, no contamos con un lugar natural adecuado para proteger las naves durante las tormentas, debe procederse así: si no hay ningún río que lo impida, sitio que contamos con un cabo de tierra firme, se establecerán unos malecones; en la otra parte se prepararán unos muelles o espolones de mamposteria o bien de diversos materiales, y así se formará la bocana del puerto. Los trabajos de albañilería que se realicen bajo el agua se llevarán a cabo procediendo de la siguiente manera: se traerá la tierra, que se encuentra desde Cumas hasta el promontorio de Minerva, y se mezclará haciendo un mortero con dos partes de esta tierra y una de cal. Posteriormente, en un lugar que ya se habrá determinado, se sumergirán unos armazones o cajones hechos de estacas resistentes de roble, bien sujetas con cadenas y se asentarán sólidamente; a continuación, la parte más profunda que quede bajo el agua se nivelará mediante unos pequeños maderos, se limpiará bien y se irá llenando con la mezcla dcl mortero y con piedras, como antes hemos dicho, hasta completar los huecos de los trabajos de albañilería que queden entre los cajones o armazones. Esta es la ventaja natural que ofrecen los lugares que hemos descrito.
Pero si por causa del fuerte oleaje o por el ímpetu del mar abierto no se pudieran mantener tales armazones bien sujetos, entonces prepárese una plataforma lo más sólida posible desde tierra firme, o bien desde el malecón.
Dicha plataforma se construirá a nivel, completamente plana un poco menos de la mitad de su longitud y, la parte que quede contigua a la costa, deberá tener una ligera inclinación hacia el agua. Después constrúyanse unas aceras o márgenes de un pie y medio aproximadamente, junto al agua del mar y junto a los lados de la plataforma, al mismo nivel que la parte llana, antes descrita.
Este declive se irá llenando de arena hasta alcanzar el nivel de los márgenes o aceras y el nivel de la parte llana de la plataforma. Levántese a continuación una pilastra del tamaño que previamente se haya establecido y colóquese sobre esta superficie plana. Levantada la pilastra, déjese al menos dos meses para que se vaya secando. Entonces se cortará el borde que retiene la arena y ésta se irá deshaciendo por efecto de las olas y hundirá la pilastra dentro del mar. Procediendo así, será posible avanzar mar adentro cuanto sea necesario.
En los lugares donde no hubiere esta clase de arena, se procederá así: en el lugar que haya sido fijado colóquense unos armazones o cajones dobles, fuertemente atados con pequeñas tablas y con cadenas; entre las cadenas se asentarán unos cestos de enea llenos de ova pantanosa. Cuando todo quede bien asentado y perfectamente prensado, se irán vaciando, achicando el agua del lugar donde se ha fijado la cerca, mediante unas cócleas, ruedas y tornos; exactamente en ese mismo lugar se ahondarán los cimientos. Si el lugar fuera terroso, se irá vaciando y secando hasta encontrar un piso sólido y firme, que siempre será más ancho que el muro que posteriormente se elevará; toda la obra se rellenará de mampostería de piedras, cal y arena. Si, por el contrario, el lugar fuera muy poco firme y blando, se clavarán unas estacas de álamo, endurecidas al
fuego, o bien de olivo y se rellenará todo con carbones, como hemos dicho al tratar sobre los cimientos de los teatros y de los muros de la ciudad. Posteriormente se levantará un muro de piedras talladas, con muy pocas alturas para que las piedras intermedias queden perfectamente ensambladas por las junturas. El espacio que medie entre el muro se rellenará con cascotes o bien con mampostería. Así posibilitaremos el que se levante encima incluso una torre.
Concluidas estas obras, veamos la estructura de los astilleros, que preferentemente quedarán orientados hacia el norte; si se orientaran hacia el sur, debido a los calores se generará la carcoma, polillas, gusanos y diversas clases de animalejos nocivos que se van nutriendo y perpetuando su especie.
Tales estructuras no deben ser de madera, por el peligro del fuego. No podemos delimitar sus dimensiones, ya que los arsenales deben construirse con una capacidad suficiente para permitir atracar a naves mayores; si fueran varadas naves bastante grandes, los astilleros ofrecerán un espacio suficiente para que se puedan amarrar, sin ningún problema.

Fuente: Arquba 

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