Urbanización romana

La rédaction
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Introducción: Orígenes de Roma.

La mayoría de las nuevas ciudades romanas surgieron como un desarrollo de antiguos poblados. El imperio romano nace como un agregado de ciudades griegas, itálicas y provinciales, habitados por naturales mas o menos helenizados.
En un principio, Roma estaba formada por cabañas situadas sin orden ni concierto. Sus orígenes son geográficos e históricos al mismo tiempo; una zona baja y pantanoso entre colinas empinadas, en el centro aguas estancadas entre sauces y cañaverales que se inundaban completamente durante las lluvias; en las colinas, bosques y pastos.
Durante el siglo VIII los latinos descendían de sus colinas para depositar aquí sus muertos. Así, el valle del Foro y la necrópolis, descubierta por Boni ent, entre 1902 y 1905 al pie del templo de Antonino y de Faustina; constituye el testimonio más antiguo que el hombre haya dejado en él.
Necrópolis, después sede de batallas o más probablemente de ritos religiosos, se convierte cada vez más en la sede de una nueva forma de vida, el principio de la ciudad que se va formando con las tribus esparcidas por las colinas; que se encuentran, se organizan y se funden culturalmente.
La conformación geográfica dictó el recorrido de los senderos después el de las calles remontando los valles en el sentido de su mínima pendiente (vía Sacra, Argiletus, vicus Patricius) o las que seguían los itinerarios de las pistas extra urbanas; ningún claro diseño urbanístico, sino una estructura obligada por el terreno.
De donde esta irregularidad ya criticada por Livio “ Fa est causa, cur veteres cioacae primo per publicum ductae nunc privata passhn subenant tecta, formaque urbis sit accupatae magis quam divisae similis”, la culpa de la cual atribuye a la velocidad de la reconstrucción después del incendio galo, y la imposibilidad de aplicar la limitatio fue debida precisamente el tipo de crecimiento muy parecido al de las ciudades contemporáneas que Roma tuvo que seguir.
Hacia el año 200 A. C. los soldados de la República romana habían conquistado ya toda Italia a excepción de los Alpes; durante los 300 años siguientes fueron capaces de crear un Imperio que se extendía desde España hasta el Golfo Pérsico. Para asegurarse la posesión de este enorme territorio, los soldados romanos construyeron campamentos militares (Castro romano) permanentes, donde se asegura el avituallamiento y la invernada, que, con el tiempo, a medida que iba disminuyendo la necesidad de mantener estas guarniciones militares, acabaron transformándose en importantes ciudades del Imperio.
La aportación más original al trazado urbano de todo el imperio fue precisamente aquella que debe su origen a campamentos militares. Los romanos siempre fueron prácticos y organizados, buscan soluciones claras y simples, carecían del refinamiento artístico de los helenos y eran más ingenieros que arquitectos.

Primera Etapa del Desarrollo urbano: La trama urbana.

El desarrollo del urbanismo en Roma fue un proceso ininterrumpido. Todos los emperadores de Roma, en especial del siglo I se preocupaban mucho por urbanizar la ciudad, y con mayor ímpetu Claudio y Augusto. La llamada Pax Augusta traída por el triunfo de Augusto en el plano económico llevó a la posibilidad de un desarrollo mayor en la reconstrucción del imperio.
El trigo y la uva que cultivaban las pequeñas aglomeraciones humanas que se extendían a lo largo del valle del Po se enviaban a Roma para su consumo. Pero en el año 26 A.C. una gigantesca riada destruyó no sólo todos los poblados que se alineaban a lo largo de las orillas del Po, sino también un puente que era imprescindible para las comunicaciones entre el Norte y el resto de Italia.
Cuando el Emperador Augusto recibió la noticia, mandó que e trasladaran inmediatamente a las zonas siniestras 45 ingenieros militares, entre urbanistas, arquitectos e ingenieros de caminos, a fin de que procedieran a la construcción inmediata de un nuevo puente, de una nueva carretera y de una nueva ciudad que sustituyera a todos los poblados que habían sido destruidos.
Lo primero que hicieron los proyectistas fue elegir el punto sobre el que debía edificarse la ciudad; para ello buscaron una zona llana con una ligera inclinación a fin de que quedara asegurado un correcto drenaje de las aguas. La zona, además, se encontraba situada s suficiente altura respecto al nivel del río para evitar posibles inundaciones.
Los urbanistas decidían el espacio necesario para las casas, las tiendas, las plazas y los templos, estudiaban el volumen de agua que se iba a necesitar, el número y la anchura de las calles, de las aceras y de las alcantarillas: mediante este sistema de planificación intentaban satisfacer las necesidades de todos los habitantes, fueran ricos o pobres.
Los ingenieros trabajaron durante todo el invierno sacando relieves, dibujando y calculando, hasta que en la primavera del año 25 a.C. el plano general estaba ya acabado. Toda la superficie había sido calculada para albergar un máximo de 50000 personas.
Inmediatamente después de su llegada, los soldados, auxiliados por los esclavos que les acompañaban, se aprestaron a alzar un campo militar, el castrum, que reproducía a escala reducida la planta de la ciudad y que se construía con arreglo a un método idéntico.
Este trazado urbano tenía tres fuentes: o era desarrollo de poblados indígenas, como nuestra Numancia, que luego fueron ampliados o magnificados; o eran ciudades helenísticas romanizadas que habían continuado la tradición hippodámica; o podían ser en último caso, ciudades de nueva implantación, como las que provenían de antiguos campamentos militares como León y Timgad.
Sea como fuere, estas tres fuentes pueden estar relacionadas, y la fórmula ortogonal se remonta a un pasado mucho más antiguo: la encontramos en el Medio Imperio egipcio (hacia el 2000 antes de nuestra era). Las necrópolis del Antiguo Imperio que rodean las grandes pirámides (hacia el 2600 a. C.) indican ya que la ciudad de los vivos también se podía organizar según un trazado perpendicular.
Con su organización perpendicular, este trazado es a la vez heredero del urbanismo «hipodamiano» -del griego Hippodamos de Mileto que, en el siglo V antes de nuestra era, reconstruyó su ciudad, trazó el plan del Pireo, y pasa por ser el creador de la ciudad lineal-, y de la ciudad Etrusca. Estas dos influencias se conjugan posiblemente en la disposición adoptada por los campamentos
Para la creación de un nuevo trazado urbano en la ciudad de Roma, El fundador trazaba un “surco primordial” o templum, que le permitía conocer la voluntad de los dioses: se trataba de la inauguración. El surco era trazado con un arado tirado por una vaca y un toro blanco; donde cortaban el cielo y la tierra en líneas perpendiculares; pero es evidente que sólo se trataba de un ideal, realizable en la medida en que el terreno se prestaba a ello y cuando se creaba una ciudad de nueva planta. Tenía cuidado de levantar la reja en el emplazamiento que estaba previsto para las puertas.
La franja de terreno que se encontraba al lado del surco era el pomoerium, recinto sagrado y ficticio.
El segundo acto era la orientatio: el fundador, siempre asistido por un augur (un intérprete de la voluntad de los dioses) y por un agrimensor (era el encargado de dividir y repartir las tierras), determinaba el decumanus maximus y el lugar en donde sería cortado perpendicularmente por el cardo maximus: este cruce era el centro de la ciudad donde se situará el foro.
Los agrimensores cuadriculaban la ciudad trazando decumani y cardines secundarios, paralelos al decumanus maximus (que iba de Este a Oeste, “vía sagrada”) y al cardo maximus (de Norte a Sur, constituido por el Argileto y la calle de los etruscos), dividiendo así la ciudad en islotes y preveían las calles principales.
Después se hacía la limitatio (línea de fortificaciones que bordeaban la frontera exterior de una provincia). Luego, lo que hicieron fue excavar una trinchera de protección de forma rectangular y levantar en torno a ella por la parte interior una empalizada. Se proyectó una elevada muralla que debía rodear toda la cuidad, con cuatro puertas fortificadas con torreones que se abrían en cada uno de los extremos de las dos calles principales de la ciudad. A lo largo del interior de las murallas se dejaban una franja de terreno de 9 metros de anchura, que constituía el confín sagrado de la ciudad y que se encontraba bajo la protección de los dioses.
Finalmente el último momento era el de la consecratio, acto religioso que consistía en sacrificios y oraciones. Toda la superficie quedó dividida por las calles dispuestas paralela y equidistantemente unas de otras, formado por manzanas de 70 metros de lado cada una. Cuando el terreno era accidentado, preexistía un pueblo y había crecido irregularmente o estaba situado sobre las pendientes de una colina, los romanos se contentaban con adaptar más o menos bien sus técnicas a las condiciones locales.
Una vez realizado todo lo anterior, se fijaban los emplazamientos donde se elevarían los diferentes monumentos necesarios para la vida de la ciudad: se escogía una altura sobre la cual se construiría el templo de tres capillas consagrado a Júpiter, Juno y Minerva; si no existía una altura se construía una elevación. Los emplazamientos de los monumentos se determinaban tomando como referencia el foro (plaza en donde se celebraban reuniones políticas y juicios además de ser el punto en que cardo y decumanus se cruzan).
Se ordenó que ninguna edificación privada tuviera una altura superior a dos veces la anchura de la calle, a fin de que ni las casas ni la propia calle se vieran privadas de la luz del sol. Los propietarios de los edificios que se alineaban a lo largo de las calles principales estaban además obligados a construir una marquesina sobre la acera que protegiera del sol y la lluvia a los viandantes.
No obstante, aún cuando ya habían sido fijadas anteriormente las normas a la que debía atenerse la construcción privada, se dejó bastante libertad a los habitantes a la hora de elegir la forma y la distribución de sus casas según las posibilidades económicas de cada uno.
Gracias a estos sistemas racionales de urbanización, que dejan su huella en la geografía, Roma “humaniza” el entorno y afirma su obra, que pretende inspirar seguridad y favorecer el desarrollo humano. La ciudad de crecimiento anárquico pasó por ser una maldición a los ojos de los censores republicanos. A partir de ahora, la ciudad, gracias a su esmerada urbanización, será considerada como una panacea, capaz de aportar bienestar y riqueza a los ciudadanos romanos. Edificios Públicos:

El foro Romano:

Centro del Imperio, referencia en las construcciones y en las transformaciones de muchísimas ciudades del mundo clásico y fundamento de la arquitectura del clasicismo, tiene formas y situaciones anómalas respecto de la ciencia de la ciudad tal cual era practicada por los romanos.
Originalmente el foro era el lugar en el que se celebraba el mercado, pero pronto se convirtió en el centro vital de los asuntos privados y públicos de los romanos. Alrededor de esta plaza pública se levantan los principales monumentos: basílicas, templos…, y a veces también tiendas, mercados, etc. Normalmente ,el foro desde sus orígenes, se sitúa en la intersección del cardo y el decumanus, pero según las condiciones del terreno puede ser también excéntrico. El nacimiento de dicho foro se fecha en los inicios del siglo VII a. J.C. En esa época, era al mismo tiempo mercado y eventualmente, centro político. Poco a poco, durante la República, el foro perdió su importancia como centro comercial para convertirse sobre todo en un centro político, religioso y judicial, sin que por este motivo dejase de ser un lugar de paseo.
En uno de los extremos del Foro se levantaba la tienda del comandante; las tiendas de los soldados, de los esclavos y de los almacenes, alineadas en filas paralelas entre sí, ocupaban el resto del castrum. Durante los meses siguientes, se procedió a sustituir las tiendas por barracas de madera y se habilitó un puente provisional hecho con barcas colocadas una al flanco de la otra a fin de facilitar las comunicaciones con la otra orilla del río.
A partir de César, se modificó su aspecto y se convirtió en un centro monumental (construcción de templos, basílicas, arcos, etc.). Al mismo tiempo, con el propósito de engrandecer y airear el centro de la ciudad, César, Augusto, Vespasiano, Nerva y Trajano hicieron construir otros foros, al norte del Forum Romanum. Éstos, conocidos como “foros imperiales”, responden a una concepción arquitectónica diferente.
Después de la sistematización de Augusto y de la ampliación de la zona central de Roma con el Foro de Augusto y los mercados trajanos, después de las obras de Adriano y hasta la caída del imperio, el foro no pierde su carácter esencial de lugar de encuentro del centro de Roma; Forum romano o Forum Adriano, o forum magno, acaba siendo un hecho específico en el interior mismo de la ciudad, una parte que lo resume todo.
El foro se convierte en un hecho urbano de extraordinaria modernidad; tiene en sí todo lo que hay inexpresable en una ciudad moderna. Roma exporta el modelo de su organización urbana, y cada ciudad aspira a recrear, en su propia escala, las comodidades de la metrópolis para la prosperidad de la familia y de los individuos.

Templos y santuarios:

Primitivamente los romanos adoraban a las divinidades en lugares naturales, grutas, bosques sagrados… el recinto consagrado, con o sin edificios constituía un santuario. Los delubra eran, al principio, lugares consagrados en los que sacrificadore y oferentes debían purificarse con agua corriente; después el nombre pasó a designar la morada del dios.
El templo es la morada inviolable del dios al que está consagrado. Sólo los sacerdotes tienen acceso al santuario. El altar, en el que se ofrece los sacrificios, está siempre a su entrada. En el interior sólo hay la estatua del dios, entorno a la cual los sacerdotes depositan las ofrendas de sus devotos. Se diferencian los templos romanos de los griegos en que están emplazados sobre un alto basamento. Generalmente sólo tienen columnas en la fachada delantera y son de planta rectangular.
Algunos, sin embargo, eran circulares, en recuerdo de la primiia choza itálica. El más importante de este equipo es el de Vesta, edificio contiguo en el que vivían las Vestales, y la Regia, antigua residencia del rey Numa, constituyó, en los primeros tiempos, la parte más importante del Foro desde el punto de vista religioso. Su tejado, cónico y con abertura central, dejaba escapar el humo que producía el fuego sagrado, que constantemente debía arder en su altar, especie de hogar nacional.

Acueductos y termas:

Roma fue y sigue siendo la cuidad de las fuentes. Numerosos acueductos conduc ían hasta ella, en al época imperial, más de un millón de metros cúbicos de agua al día. Estas audaces creaciones de la ingeniería romana salvaban las hondanadas mediante puentes colosales de arcadas superpuestas, y las montañas, con túneles que a veces sobrepasaban los dos kilómetros, vertían el agua en grandes depósitos, generalmente triples. Uno de ellos suministraba agua a las fuentes y estanques públicos, otro a los baños, y el tercero a las viviendas, a través de cañerías de plomo.
Recortados en el cielo de campiña romana pueden verse aún los restos de catorce acueductos. En la Provenza, cerca de Nimes, el Pont du Gard cruza el valle mediante un puente de 269 m y 50 de altura, algunos de cuyos arcos miden más de 24 m de luz. En España podemos admirar los de Segovia, Mérida y Tarragona.
Esta abundancia de agua permitía satisfacer la afición al baño caliente, tan generalizada entre los romanos, que no se lo negaban ni a los esclavos. Los ricos tenían instalaciones de baño en sus casas; los pobres disponían de baños públicos. Las termas, imitadas de Grecia, presentan, como innovación típicamente romana, un campo de deporte anejo. Éste cobraba una reducida entrada, que a veces era pagada, en bloque y para un cierto tiempo por un personaje importante.
Constaban de varias salas: las de desnudarse; un gran recinto abovedado y tibio; el baño caliente; el baño frío; el baño de vapor, habitación pequeña y circular muy caliente cuya temperatura se regulaba mediante un disco metálico pendiente de unas cadenas y que cerraba más o menos la abertura central de la cúpula. Tenían además salas de reunión, biblioteca y gimnasios y estaban decorados con magnificencia: mármoles, mosaicos, estatuas y otras obras de arte. El sistema de calefacción fue inventado por un romano de la época de Cicerón. Consistía en un horno, construido bajo una cámara especial; irradiaba aire caliente por una tubería, a través de cavidades dispuestas en un suelo de doble piso y de paredes de ladrillos huecos.

Alcantarillado:

Por otra parte, era también la ciudad de la que obligaba a la realización de costosas obras de ingeniería, en los que fueron los romanos maestros consumados. Por debajo de las calles corría una rápida red de alcantarillado, y en cada esquina importante de la ciudad vertía sus aguas una fuente municipal, alimentada por uno o varios acueductos que traía el agua, en ocasiones desde varios Km de distancia, trazando una línea perfecta y constantemente inclinada; era necesario, pues, perforar túneles o levantar el conducto sobre vistosos arqueríos que salvaban valles.

Puentes:

La utilización del arco y de la bóveda como soluciones arquitectónicas aparece otra clase de obra de ingeniería los puentes. Estos elementos arquitectónicos, a los que fueron especialmente aficionados los romanos, les permitieron salvar largas distancias uniendo los extremos opuestos de los valles y las orillas de los ríos. En realidad, puentes y acueductos presentaban el mismo problema: construir arcos de piedra estables y resistentes.

Segunda Etapa de Urbanización romana: La reconstrucción de Roma

La segunda etapa que sufre el desarrollo de la trama urbana en Roma, fue la que se produjo Bajo el gobierno de emperador Nerón (54-68); el desarrollo arquitectónico y la transformación urbana de Roma se ven favorecidos -para decirlo de algún modo- por el terrible incendio que en el año 64 de nuestra era, afecta a la mayoría de los barrios de la capital, y que destruyen templos, palacios, edificios oficiales, termas y viviendas. De esta triste situación -al que ciertos autores antiguos han acusado sin pruebas de haber provocado Nerón el incendio- va a sacar partido de manera espectacular: decreta una serie de normas relativas a la anchura de las calles, a la altura de las viviendas, Y a los materiales de construcción, a fin de evitar que se produzca otra catástrofe similar. En el centro de la capital asolada por el incendio, se adueña de unas 50 hectáreas que van desde la colina del Palatino hasta la ladera del Opio, sobre el Esquilino. Esta zona, donde edifica su palacio, incluye el lugar mismo en el que había comenzado a construir la Domus Transitoría, que fue parcialmente pasto de las llamas.
Esta revolución dio paso a las fantasías melomaníacas de la residencia de Nerón, despejó el terreno para el sobrio buen sentido de la nueva planificación de Roma, de cual hoy día es un recuerdo tangible. En la arquitectura privada ya se utilizaba con anterioridad, pero de ahí produce una gran evolución, el uso de la argamasa en el plano de la edificación de la arquitectura pública, empezando con un edificio tan notorio dentro de la ciudad, el Domus Aurea. Desde los monumentos oficiales de la capital, se pudo obtener la conclusión lógica que de las ideas implícitas dentro de la nueva arquitectura que se estaba generando, el uso de abovedamientos. Algunos de los edificios que nos llevan a esta conclusión son: la residencia oficial de Domiciano en el Palatino, la Domus Augustana; las Termas de Trajano y el mercado anexo a su foro; el panteón de Adriano y la magnífica villa de Adrianojunto a Tivolí.

Conclusiones:

• En una vista general del imperio romano dentro de los cuatro siglos de su desarrollo, la impresión que se desprende es la de una extraordinaria riqueza. Ofrece un número considerable de formas de construcción, plantas, y una variedad extrema de complejas articulaciones urbanas y una relación extraordinaria con el paisaje. La cantidad de conceptos, materiales, tipos de construcciones, juegos entre el interior y el exterior, la articulación de los espacios públicos, se sitúan en un juego entre el urbanismo y el desarrollo de cada edificio; suscitando una infinita riqueza de soluciones técnicas y medios de expresión.
• Roma se eleva desde sus orígenes aldeanos en la prehistoria hasta convertirse en el centro de un imperio. Centros religiosos y públicos, edificios de culto y representación constituyen los puntos gravitatorios arquitectónicos en la imagen de la ciudad. Entre ellos se desarrollan, de una manera anárquica barrios residenciales y barriadas proletarias. El rápido crecimiento hacia una ciudad de un millón de habitantes hace fracasar siempre los planes de organización. Frente a ello Roma funda en todas las provincias ciudades regulares
• Se percibe también una indiscutible unidad dentro del diseño urbanístico, pese a la gran variedad de clima, ambiente y entorno, que se daba en la gran extensión del imperio.
• La estructura siempre idéntica de los campamentos, con los emplazamientos y funciones claramente definidas para los distintos cuerpos de la tropa garantizaba una defensa organizada, casi automática, en caso de emergencia. Con el campamento la propia Roma está presente como potencia de orden, como organización como tradición. Su estructura reúne la eficacia familiar y la tradición Etrusca de la topografía urbana, de inspiración religiosa
• La estrcha union de la administración y las carreras militar y civil y el pensamiento, a la vez práctico y normativo, encuentra su expresión en la misma ordenación básica para la planificación civil de la ciudad.
• El desarrollo de múltiples formas y renovaciones en las soluciones, pese a estar inscrito en un sistema riguroso, derivado de la centurización ampliamente extendida; el urbanismo ortogonal se impone donde las condiciones locales lo permiten. La cuadrícula romana es rígida y racional, extendiéndose desde el centro mediante ejes que van ganando importancia a medida que se acercan al centro. El desarrollo de este sistema urbano preexistente en Roma, es un gran aporte para muchas ciudades actuales.
• La ciudad romana está dotada por un grupo de edificios característico: el foro, templo, capitolio, palacio, basílica, circo, teatro, anfiteatro, ninfeos y termas, que se adaptan según el plano urbanístico común para las ciudades del imperio. Tomando mayor importancia el espacio interior de cada edificio, creando a los espacios públicos pensados en la relación con el exterior que estos pudieran tener.
• Murallas y puertas -símbolos de independencia de las ciudades entre los Etruscos y los Itálicos- representan en el imperio romano el poder y el orden imperiales. La técnica de fortificaciones romana reúne las tradiciones etrusco-itálicas de construcción de muros de defensa, las sugerencias del urbanismo greco-helénico y el desarrollo técnico propio. Comprende todos los tipos de fortificaciones, desde el muro y el foso hasta las murallas de la ciudad reforzadas por torreones.
• La urbanización incipiente de Roma encuentra , al principio del siglo VI, su expresión visible en la construcción de una plaza sobre un terreno bajo desecado. La rápida evolución política entraña una transformación constante de la forma, Adquiriendo su forma definitiva al final de la república.
Pese a todas las transformaciones sufridas por el foro, siempre conservó su relación con el entorno. Esta relación consiste en separar rigurosamente los foros imperiales unos de otros y de la ciudad. La posibilidad de relacionarlos con los en una serie de espacios urbanos que tengan un ritmo cambiante de imágenes espaciales y pasos, sólo se logra en el foro de Trajano, pero existe un interés en lograr un conjunto total.
• La búsqueda de normas obligatorias y reglas fijas lleva a la creación de un tipo básico con variantes en la creación de plazas urbanas, dentro del imperio.
• El espacio público más desarrollado en la antigua Roma, fue el foro. Este edificio ha llegado hasta nuestros días como un magnífico ejemplo de la grandiosidad del imperio romano; y ha sido imitado por muchas generaciones posteriores. El foro romano es uno de los grandes aportes de los romanos al urbanismo de hoy.

Bibliografía:

1. Atlas de Arquitectura,Muller y Voguel, pág 213-221.
2. Historia del arte, editorial Salvat, Barcelona 1976, tomo2.
3. Breve historia del urbanismo, Chueca F,Alianza Editorial S.A, Madrid 1995, pág 62-64.
4. Roma desde los Etruscos hasta la caída del imperio, pág 48-50; 76-78
5. Arquitectura Romana, pág 66-67.
6. Historia del Urbanismo, pág 209-219.
7. internet 

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