Territorio

La rédaction
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Introducción

Los acontecimientos de los últimos años, meses y semanas han desbordado todas las previsiones realizadas y superado toda categoría interpretativa. Las ciencias sociales en general y en particular la Economía han visto el fracaso de sus paradigmas y la absoluta falencia de su capacidad de previsión, al punto de estar cuestionada como ciencia. Podemos describir lo que está ocurriendo, pero sería mucho más pertinente poder interpretarlo y entenderlo. Nadie ha preanunciado, con mediana seriedad y certeza, la magnitud del desastre que se vive actualmente.
La crisis uruguaya, más allá de los matices coyunturales que la agravan, es una crisis estructural, que se manifiesta en la destrucción del aparato productivo y un empobrecimiento general de la sociedad, a la vez que en una limitación severa de la soberanía nacional que determina menor capacidad de respuesta y recuperación.
Frente a estas dificultades cada vez mayores, existen, sin embargo capacidades de respuesta diferenciales en nuestras sociedades. Capacidades que es necesario identificar y desarrollar o potenciar.
Las salidas posibles y las propuestas de superación requieren de otras prácticas sociales alternativas a las hegemónicas, más viejas o más nuevas, pero en todo caso más adecuadas.


Capitulo Primero


La materia de la arquitectura: el espacio

El territorio de la arquitectura: un territorio con muchas áreas de frontera. Los arquitectos caminamos por los bordes, por los pretiles. La formación del arquitecto apunta a la resolución de problemas a la atención de necesidades y requerimientos: materiales o simbólicos. Está sustentada sobre la base de la interacción y el diálogo con diversas disciplinas. Tiene una aptitud especialmente orientada a la acción interdisciplinaria.
La práctica de la arquitectura por momentos se encuentra fuertemente tensionada entre la especificidad disciplinar y la indeterminación disciplinar.
Esto que es no pocas situaciones es visto como una dificultad o un handicap, puede ser visualizado como una fortaleza.
Una de nuestras fortalezas es la constituida por el manejo de la escala mayor: aquella que refiere a ciudades y territorios.
Ella incluye al espacio como sustento de actividades y usos, como relación de distancia física y cultural, como dimensión relacional y como dimensión subjetiva.
Con frecuencia reconocemos las consecuencias, por lo general negativas, de la no consideración del espacio en las lecturas de una sociedad, una economía, una cultura.
La actitud que queremos contribuir a generar desde la arquitectura y el urbanismo, es una actitud positiva y propositiva: sustentada en el proyecto como práctica sostenida, como posibilidad de manejo de alternativas variadas frente a una misma interrogación. La posición es, y debe ser siempre, la de responder a requerimientos y proponer soluciones a problemas planteados.
Y digo más: proponer respuestas a problemas que aún no han sido planteados.
Esto se encuadra en un panorama más amplio relacionado con la visión general de los problemas sociales, de las actitudes con los cuales deben ser enfrentados y de los modos de generación de conocimiento.
El análisis y caracterización del llamado ”modo de conocimiento 2” por parte de Michael Gibbons me parece particularmente elocuente para encuadrar la práctica social que queremos promover.
Someramente, diremos que dicho modo de conocimiento tiene como atributos principales el conocimiento producido en su contexto de aplicación, implica necesariamente la transdiciplinariedad, se genera en espacios muchas veces no jerárquicos y heterogéneos y por medio de diversidad de formas organizativas, no por ello renuncia a la aspiración de la calidad y tiene una directa conexión con la responsabilidad social y como diríamos en este país con la pertinencia.
Este modo de conocimiento, hace a la indagación a partir de los problemas y no de los cortes disciplinares netos. Atiende mejor a la complejidad y se manifiesta en trabajos colectivos, de grupos. Es más flexible y guarda una relación directa con los tiempos de respuesta. Se relaciona directamente con la elevación y generalización de los niveles educativos.

Capitulo Segundo

Territorio y sustentabilidad

Lo territorial está fuertemente conectado con la sustentabilidad.
El sistema de ciudades, las infraestructuras físicas, las redes de energía, las redes de transmisión de datos, el sistema costero, el sistema hídrico y en general las áreas naturales, el ámbito rural y en particular los espacios productivos ocurren en el territorio.
A título meramente de señalamiento, nos referiremos a que usualmente se manejan al menos tres dimensiones o componentes principales de una sustentabilidad a perseguir: sociocultural, socioeconómica y ambiental.
Tales dimensiones requieren ser encuadradas en una visión sistémica.
La primer dimensión atiende a la necesidad de reconocer, articular y potenciar la diversidad existente en una comunidad urbana o regional, sus diferentes componentes y actores sociales, sus conflictos, su estructura y procesos sociales y culturales.
La segunda dimensión procura considerar la necesidad de un desarrollo económico sostenido tomando en cuenta el vector temporal y la distribución de costos y beneficios y no sólo de un crecimiento de la economía en períodos dados. En este sentido, se procura una situación de equilibrio interno del sistema que posibilite su funcionamiento en un escenario tanto de crecimiento como de no crecimiento.
La dimensión ambiental hace referencia al uso, a la conservación y al manejo de los recursos naturales y los recursos socioculturales de una manera responsable. Ello implica identificar y jerarquizar la base territorial de los ecosistemas, cuidando en particular las áreas de interfase entre los mismos.
Las tres dimensiones consideradas conforman entre ellas un sistema, se encuentran interrelacionadas y se deben encuadrar en un abordaje integrado, en el cual se aspira a que exista equilibrio.

Capitulo Tercero

EI paradigma de la sustentabilidad en el contexto de las políticas públicas

Las nuevas referencias al desarrollo económico y social han emergido con fuerza en el discurso académico y en la práctica de gobierno una vez que las recetas ultraliberales mostraron sus evidentes limitaciones para entender y atender la marcha de las economías ”emergentes” tanto como para asegurar una adecuada distribución de la riqueza y la sustentabilidad del crecimiento.
La connotación preferente de ”lo social” en los discursos dominantes, asociada directa y exclusivamente con el mundo de la pobreza está mostrando una fuerte limitación de carácter netamente ideológica y una pobreza del discurso y de la práctica.
Lo social es entendido en este discurso como un espacio limitado al ”otro”, al ”pobre”, al necesitado de asistencia.
Es así que las referencias a las políticas sociales con frecuencia vienen junto con la palabreja ”focalizadas” dando a entender que las otras políticas podrían eventualmente no ser ”sociales”.
Por otra parte, esta actitud impulsada desde el Estado y desde los aparatos ideológicos liberales constituye una manera de asumir, en los hechos, la imposibilidad actual de una sociedad medianamente integrada.
Es el complemento ideal del referirse a las sociedades como ”mercados”: cuando se habla de los ”mercados emergentes”, por ejemplo. Lo económico, en este discurso fuertemente ideologizado, estaría asociado con los sectores dinámicos y lo social con los sectores retrasados o excluidos.
La consecuencia de estas ideas y de estas prácticas, fuertemente aplicadas en la última década, se verifica en los efectos de segmentación de las estructuras de oportunidades, fuertemente verificadas en el cambio producido en el mundo del trabajo, así como alteraciones sustanciales en el campo de la ciudadanía. Todo ello concurre en un endurecimiento de la estructura social y en la profundización de las desigualdades.
Esto es particularmente constatable y agudo en las grandes aglomeraciones urbanas y en las áreas metropolitanas más importantes, según lo evidencian estudios recientes.
Frente a estas realidades diremos, para finalizar, que las réplicas habrán de venir desde la recuperación y la resignificación del concepto de desarrollo.
Concepto que implica la oportunidad de renovación de la alianza entre el conocimiento y la práctica social, entre la capacidad de describir e interpretar los fenómenos sociales y la práctica política. Por ese motivo, su recuperación tiene una significación profundamente ideológica. Implica reestablecer el entendimiento que las sociedades humanas pueden ser capaces de gobernar y proyectar su evolución.
En ese entendimiento, esta aspiración de desarrollo debe ser asociada con el concepto de sustentabilidad.

Capitulo Cuarto

Algunos puntos para una agenda en las ciudades latinoamericanas

Para abordar esta agenda, comenzaremos con una cita que tiene ya más de veinticinco años: ”La ciudad es pues, TODA ELLA, histórica, pero es también por lo mismo, TODA ELLA CONTEMPORÁNEA, aún en sus partes más antiguas por cuanto éstas existen en NUESTRO TIEMPO.”
Este claro reconocimiento, que debemos al Prof. Arq. Antonio Cravotto, se revalida hoy en la medida que nuestro presente se corresponde, a su vez, con una tan avasallante como incierta mundialización, que implica la propuesta de escenarios urbanos supuestamente ahistóricos, ámbitos urbanos que se suponen, proponen e imaginan al margen de la temporalidad.
Paradojalmente, se requieren por parte de un mercado de escala planetaria, espacios ”historizados” o tematizados, como opciones de consumo alternativo frente al anonimato de los espacios de la globalización mercantil.
Clara caricaturización de una de las determinantes más fuertes de los espacios urbanos: su naturaleza histórica.
En toda aglomeración urbana, las sucesivas capas históricas que revelan estratos del proceso de construcción de la ciudad, se superponen y coexisten, revelando, en su complejidad, que la ciudad constituye una elaboración cultural en permanente evolución.
Al referirse a los imaginarios urbanos, García Canclini nos habla de la ciudad contemporánea como ”videoclip”, dados el vértigo de su dinámica transformación y el caleidoscopio de imágenes sobrepuestas y simultáneas que conlleva. Ello alude a lo comunicacional, a la sensibilidad y a la estética contemporáneas, las formas de percepción y entendimiento que actualmente se están desarrollando.
Se ha sostenido que en la ciudad contemporánea la centralidad de los espacios ha sido desplazada por la centralidad de los flujos y en consecuencia las nociones de distancia y aún de espacio han sido definitivamente alteradas.
El pensamiento urbanístico ha intentado acompañar estos cambios, procurando entender los mismos y atender los nuevos desafíos.
Recientemente, Fernando de Terán, al ingresar a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, realizó un repaso del último medio siglo de pensamiento urbanístico, abogando por una ”heterogeneidad discontinua”, en respuesta a la disolución urbana planteada por algunos pensadores. Afirma de Terán que frente a ”la no ciudad que invade el territorio, lo surca de infraestructuras, consume el paisaje natural y deteriora el medio ambiente en una loca espiral de desarrollo no sostenible”, se propone como futuro más verosímil para nuestros ámbitos urbanos la heterogeneidad discontinua que implica la existencia de piezas yuxtapuestas de ciudad compacta y ciudad dispersa; ello implica el reto de abordar la existencia de esa ciudad dispersa, respecto a la cual se cuenta con un pensamiento menos formado.
Las profecías sobre las antinomias entre estructuras territoriales de alta complejidad, que suponen modelos de ”archipiélago” en contraposición a los modelos de ”continente”, han sido largamente superadas por la sola evolución de las circunstancias.
Probablemente las proyecciones se han quedado cortas con relación a la magnitud de las transformaciones operadas en los últimos veinte años, así como también resultaron extremadamente catastróficas las que pregonaron el ”fin de la ciudad”, derivando hacia sistemas ajerárquicos”
Se ha discutido sobre el modelo de la ciudad difusa a que se refería de Terán, por contraposición o por complementación de la ciudad compacta.
Probablemente tengamos que pensar en nuevos esquemas estructurales, sustentados en redes que soporten y articulen sistemas urbanos continuos de gran extensión territorial.
Nuestro desafío de asumir esa contraposición o nueva complejidad de la ciudad actual y desarrollar, dentro de ella, la capacidad de optar. Entre el modelo al uso de Disneyworld, -ciudad seudo histórica, concebida al modo de ”parque temático”- y la ciudad tradicional resignificada, oscilan los términos de una demanda creciente de espacios caracterizados, donde los valores de identidad y de escala siguen estando presentes, junto con otros modos de valoración y de disfrute, que obedecen a las nuevas reglas impuestas por los mercados.
Demanda de espacios ”historizados”, atendida con instrumentos supuestamente transgresores, o bien de áreas patrimoniales banalizadas, presentadas muchas veces – unos u otras- como carta ganadora de la actividad turística.
Mientras los mercados atienden estas situaciones urbanas caracterizadas, estamos asistiendo, en nuestras comunidades, a una creciente fragmentación tanto social como espacial.
Fragmentación creciente que evidencia fracturas tanto en la base material como en la base simbólica de las estructuras urbanas, así como también en las estructuras mentales que soportan la sociedad urbana actual con especial énfasis en el contexto iberoamericano.
La ”ciudad fragmentada” se presenta, ante todo, en América Latina. Es la contracara de la anterior imagen integradora, orgánica, aquélla que fuera constituida por extraordinarios espacios de integración y promoción social; aquélla que, entre los años cuarenta y sesenta, representó un imaginario integrado. La ciudad fragmentada sustituye por un modelo más disperso y menos jerárquico, el modelo anterior. Un nuevo modelo dominado por el signo de la pobreza bajo nuevas categorías y marcado por el cambio de situación de las capas medias y la segregación espacia.
La denominada ”nueva economía” introduce factores de incertidumbre sobre la localización o deslocalización de actividades.
La pérdida de la centralidad del trabajo y su incidencia desestructuradora de la vida comunitaria, las nuevas formas de socialización, generan modalidades de relacionamiento entre los individuos y grupos sociales que determinan nuevos vínculos con el espacio.
En América Latina, se ven menguados los ingresos de las familias, particularmente de los sectores populares y ello dificulta o impide la continuidad en el circuito formal de la vivienda. Ciudad formal y ciudad informal se contraponen, no sólo en términos de las antiguas antinomias centro/periferia, ciudad rica/ciudad pobre; esta dualidad permite leer e interpretar el conjunto de las realidades urbanas.
Sectores sociales aparentemente ”ricos” se pasan, en los hechos y con gran velocidad, a la informalización, a través de su desplazamiento hacia urbanizaciones cerradas, privatizando las áreas y estructuras circulatorias anteriormente de acceso abierto; una suerte de paranoica retracción a las modalidades introvertidas de convivencia que implican formas de creciente incomunicación social a través del desarrollo de ”estrategias de evitamiento” de las que habla Giandoménico Améndola13, debilitando en forma creciente la esfera de lo público, esencial e inherente a la ciudad tal cual la hemos conocido hasta el momento.
La ”ciudad blindada” nos está esperando a la vuelta de cada esquina, en cada ámbito local, en cada acto reflejo de retracción con respecto a la esfera pública.
El ”asalto al espacio público” es una muestra de las crecientes dificultades que deben enfrentarse para mantener la vigencia de la ciudad democrática, aquélla que ha permitido la coexistencia de sectores sociales diversos y la multiculturalidad.
La fragmentación urbana así generada ha puesto en cuestión el ”modelo europeo de ciudad” adaptado en su momento al continente americano en no pocos casos con notable desarrollo.

Capitulo Quinto

La prioridad de actuación e intervención en la ciudad existente Cada generación aporta a la ciudad el testimonio de sus culturas, de sus saberes, de sus costumbres, de sus valores. La ciudad es soporte de la memoria colectiva, es permanencia y es cambio.
La ciudad ciertamente no exclusiva ni enteramente obra de arquitectos, ni de los operadores públicos, ni de la voluntad del ”príncipe”. No lo ha sido antes, ni lo es en el presente. Toda consideración sobre su evolución debe realizarse sobre la valoración de los contradictorios y conflictivos procesos sociales en los que intervienen múltiples actores.
Cualquier alternativa o propuesta de intervención en la ciudad existente debe tener en cuenta tales determinaciones.
En particular, por emblemática, la cuestión de los cascos antiguos, de la ciudad construida y de las áreas centrales consolidadas, ha sido ampliamente debatida en nuestro ambiente cultural, al menos desde los años 80. En cierto modo, la preocupación por la defensa, recuperación y puesta en valor del patrimonio cultural se mantiene presente, en la medida en que los problemas e insuficiencias entonces detectados se mantienen, o aún se ven agravados.
El concepto de ”patrimonio” se ha visto notablemente socializado y enriquecido; ha sido asumido y apropiado en forma más extendida por la comunidad, trascendiendo la mera referencia especializada o la adscripción al ”monumento” o la obra de arte aislada para referirse a entornos urbanos, ámbitos paisajísticos caracterizados y aún a la ciudad, globalmente considerada, en armónica conjunción con su territorio. Conceptualización enriquecida en la medida que trasciende la mera intención de la conservación patrimonial, valorando su pertinente adaptación a las exigencias contemporáneas.
Por su parte, esta conceptualización ha perdido su antiguo sabor museístico o conservacionista en extremo: la crítica de arquitectura ha evolucionado sensiblemente, validando las intervenciones aún audaces, capaces de trascender la mera restauración o conservación del pasado.
A su vez, la consideración de lo patrimonial también ha trascendido la exclusiva atención hacia la configuración física, para englobar lo intangible, estableciendo una sinergia entre marco físico y comunidad.
Así, la valorización en forma conjunta del espacio de lo construido y del espacio de lo simbólico, se vuelve el diferencial que permite avanzar en las ventajas competitivas, por cuanto la calidad de las relaciones sociales, el margen de inclusión o exclusión social de las comunidades urbanas es y será un aspecto particularmente jerarquizado.
Las realizaciones, sin embargo, no se han acompasado a esta creciente concientización. Son variados los factores que inciden en este desfasaje entre conceptualización y concreción; entre ellos, uno no menor es el tremendo desencuentro que se registra en nuestros países entre la capacidad de proponer y los recursos disponibles.

Capitulo Sexto

La reconquista de la centralidad de la ciudad tradicional En el contexto descrito, se han desarrollado algunas experiencias recientes con éxito diverso. Éstas reconocen el denominador común de la recuperación de algunos valores de la ciudad tradicional; en particular del valor de centralidad.
Centralidad entendida como referencia colectiva, como catalizadora de interacciones.
En América Latina, parece retomarse una vez más el camino de recuperación de la ciudad histórica a través de una lectura en clave contemporánea del casco antiguo en relación con la estructura urbana en su conjunto. Esto refiere tanto a la lectura simbólica de la ciudad, como a la reinterpretación de su complejo papel funcional y al rescate de sus valores arquitectónicos y urbanísticos.
Se trata de alcanzar, no sólo un adecuado financiamiento sino una real sustentabilidad de las actuaciones de modo de asegurar continuidad en su desarrollo.
Ello nos lleva a cuestionar, no los objetivos en sí, las declaradas intenciones de revitalización y recuperación de la ciudad existente, llámese a ésta con la denominación que se quiera: ciudad histórica, tradicional, o ciudad pública, sino la pertinencia o eficacia de las estrategias aplicadas y la calidad de los instrumentos disponibles, y nos lleva a plantear la imperiosa necesidad de imaginar nuevas y más audaces modalidades de actuación.
Estas conllevan, además de las intenciones históricamente ya incorporadas, renovadas preocupaciones: la preocupación por la identidad, por el respeto para con el medio ambiente y por la participación ciudadana más amplia en procura de la inclusión social.
De algún modo, se comprueba que las intenciones esbozadas hace ya veinte, treinta y aún hace cuarenta años atrás, siguen vigentes, bajo nuevos postulados.

Capitulo Séptimo

El espacio público: articulador de diversidades

Algunas respuestas pueden ser encontradas en la apuesta al espacio público y al espacio de lo público como estructurador de la ciudad en su conjunto. No tenemos dudas con respecto a la necesidad de renovar la confianza en la centralidad del espacio público como articulador de las diversidades necesarias e insoslayables.
Pese a ello, la interrogación acerca de la forma, las cualidades y la naturaleza de ese espacio público -necesario e insoslayable- aún está planteada y las respuestas que se entrevén no son satisfactorias.
Las formas de apropiación, de coexistencia, de sociabilidad y socialización se modifican de manera continuada y provocan fuertes alteraciones de las modalidades de uso y apropiación de los espacios públicos y privados. Se requiere, ante todo, la generación de condiciones: permitir, facilitar, inducir, estimular. A su vez, las acciones parciales deben encuadrarse en un marco más general de proyecto urbano, de un imaginario deseado y compartido.
Reafirmamos, en consecuencia, algunas convicciones:
• la trascendencia de las intervenciones en el espacio público como estrategias calificadoras o revitalizadoras de la ciudad;
• la vigencia de las formas urbanas tradicionales y su capacidad de adaptación y adecuación a circunstancias cambiantes, en los usos y en la conformaciones físicas, sin mengua de alternativas innovadoras.
La ciudad es uno de los principales patrimonios de la humanidad; en tanto tal, se trata del artefacto más rico y complejo que una civilización puede construir, el objeto sobre el cual – y en el cual- convergen todas las prácticas sociales y todas las disciplinas de la ciencia, la técnica y la creatividad.

Capitulo Octavo

La actuación en los territorios latinoamericanos

Nos hemos referido a las ciudades, pero no podemos dejar de advertir que ciertamente éstas existen en sus territorios. En este sentido, cabe volver a una lectura más equilibrada, más objetiva y más adecuada de las aglomeraciones urbanas en relación con sus territorios.
Una agenda mínima debe contemplar: La reconsideración del medio rural como objeto de estudio e intervención, de los territorios rurales como espacios de planificación (algo que tuvo su auge en nuestro medio en los años 60 y que luego prácticamente se abandonó).
Lo cual supone una especial y activa consideración el suelo preservado o impedido de urbanización, no tratándolo como un vacío, figura negativa o suelo residual.
La consideración de las áreas naturales, de los recursos paisajísticos y del patrimonio cultural en amplias extensiones territoriales.
Una nueva lectura de las implicancias de las obras y las redes de infraestructuras en relación con los modelos económicos y productivos y los proyectos de integración regional.
Por último, diremos que todo lo anteriormente dicho se apoya en una expectativa optimista: en el convencimiento que en nuestras sociedades existen capacidades y recursos para enfrentar y revertir las circunstancias actuales.
De allí nuestro convencimiento en la apuesta a la educación pública como una de las formas de apoyar este proceso desde el ángulo de la formación de los recursos humanos que habrán de encarar esta tarea, desde el ángulo de ayudar a la generación de capacidades sociales necesarias para realizarla.

Notas

1-Gibbons, Michael, et allí: ”La nueva producción del conocimiento”;
Barcelona, Pomares-Corredor, 1997.
2-Según Gibbons, el ”modo I” se asocia con el ”modelo newtoniano”; op. cit. p.
3-Una aproximación a este enfoque puede verse en la publicación de Schelotto, Salvador, et allí: ”Propuesta de Ordenamiento Territorial para la microrregión de La Paloma-La Pedrera”; Montevideo, PROBIDES- UDELAR, 2001.
4-Ver: Katman, Ruben, y Wormald, Guillermo: ”Trabajo y ciudadanía. Los cambiantes rostros de la integración social y exclusión social en cuatro áreas metropolitanas de América Latina”; Montevideo, Sofilco, 2002.
5-Este punto 4 resume algunas de las ideas que junto con Mariano Arana aportamos en un texto a ser incluido en el catálogo de la III Bienal Iberoamericana en Santiago de Chile, evento a realizarse en octubre de 2002.
6-Cravotto, Antonio; ”Integración de los centros históricos con los problemas de la ciudad contemporánea”,texto del trabajo presentado al Coloquio sobre la preservación de los centros históricos ante el crecimiento de las ciudades contemporáneas, Quito, febrero de 1977.
7-García Canclini, Néstor: ”Imaginarios urbanos”; México DF, 1999.
8-Diario ”El País”, Madrid, 18 de febrero 2002.
9-Ver, entre otros: Quero, Damián: ”Crecimiento y regeneración de la periferia metropolitana”, en: ”La gestión de la ciudad, conferencias del V Congreso Iberoamericano de Urbanismo”, Valencia, 1993.
10-Zaera Polo, Alejandro, ”La organización material del capitalismo avanzado”, en: revista Domino n’ 2, Montevideo, 1996 (publicado originalmente en Architectural Design vol. 64 n’ 3-4, l994).
11-Ver, entre otros, Filgueiras Gomes, Marco Aurelio: ”Historia, cultura y turismo en la ciudad contemporánea: algunas reflexiones sobre la rehabilitación del Pelourinho”, en: revista Medio Ambiente y Urbanización n’ 55, Buenos Aires, 2000
12-Prevot, Marie-France: ”La ciudad fragmentada”, en; Revista de Occidente n’ 230-23, Madrid, 2000.
13-Améndola, Giandoménico, ”La ciudad postmoderna”, Celeste ediciones, Madrid, 2000.
14 Remedi, Gustavo: ”La ciudad latinoamericana S.A.”, en: revista Escenario2, n°1, Montevideo, mayo 2000.
15-Ver el número monográfico de la Revista de Occidente –citado precedentemente- dedicado a esta discusión. 
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